Se alzó un muro de cristal que impedía mis pasos.
Un día, sin más, Estaba ahí.
Era un laberinto que comenzó a rodearme.
Era de cristal y no podía verlo.
Silencioso. Silente. Hiriente.
Clavando su presencia en mi sangre.
Y arranqué mi piel y dejé que el muro
Siguiera ahí, de pie. Silencioso.
Clavándose en mi alma. Y yo moría.
Era de cristal y no podía verlo.
Como una serpiente que estrangula
El aire no existía.
Y en la primavera brotó
La semilla en otoño germinada.
La Flor de pétalos con espinas
Arañó el duro cristal
Y la tierra húmeda se calaba ente las hendiduras
Y la tierra dormitaba en su regazo
Quebrándolo y,
Como carne de hombre cruel
Que se vuelve frío en la verdad de la noche;
El muro de cristal ,
Que nunca llegué a ver, cayó como polvo
Dejando días habitables.
2 comentarios:
Querida Apple, mucho tiempo llevo leyéndote, y por fin me atrevo a decirte algo:
Hermosísimo poema, que recuerda a Muros, de Cavafis. Sin embargo, el tuyo es más esperanzador.
Me gusta.
Bienvenido a mi cuarto de atrás, Príncipe. Espero tus visitas, aquí el café se sirve a las seis. O si prefieres té, también.
"Sin consideración, sin piedad, sin vergüenza
han construido grandes y altos muros en torno a mí.
Y ahora estoy sentado aquí, desesperando.
no pienso en nada más: este destino roe mi mente;
pues tenía mucho que hacer afuera.
¿Y por qué no los vi cuando levantaban los muros?
Pero nunca escuché el ruido o sonido de los constructores.
Imperceptiblemente me encerraron, fuera del mundo.
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