martes, 1 de abril de 2008

El asombroso viaje de Pomponio Flato



Más que asombroso el viaje en sí, quien goza de asombro somos los lectores. Dice la contraportada y la publicidad en red y en prensa que el último libro de Eduardo Mendoza es muy divertido. Discrepo.

Es muy sarcástico.

¿Cruce entre novela histórica, la policíaca y un intento de ajuste de cuenta a los libros de consumo? El asombroso viaje de Pomponio Flato se ríe de si mismo, y se ríe de todos aquellos que han intentando, a través de la historia y de la religión, hacer una historia paralela, que les ha resultado bastante lucrativa.

Eduardo Mendoza nos trae una historia donde es José el reo de muerte; quien construye para sí mismo la cruz; donde María Magdalena es una niña de seis años que se llama Lalita y se va a Magdala para vivir con la hermana de su madre quien ha sido asesinada por ... perdón, que descubro toda la trama.

La historia nace con el viaje de Pomponio Flato fisiólogo por vocación y filósofo por inclinación a tierras santas en plena búsqueda de una fuente cuyas aguas dan sabiduría pero acortan la vida. Sus servicios como detective son solicitados por un niño llamado Jesús. Pero detrás de este caprichoso giro a la historia que nos hace reír y asombrarnos, y nos lleva a plantearnos algunas preguntas, tiene detrás una fuente de datos históricos de los verdaderos:

1. La fuente que busca Pomponio se recogen en Historia Natural de Plinio el Viejo.

2. Operaciones inmobiliarias: y nosotros que creíamos que eran algo exclusivo de nuestra época corrupta y vanidosa. A lo largo de los tiempos las especulaciones inmobiliarias han dado lugar a grandes fortunas; lo que E.M llama desacralización de terrenos junto a templos.

3. Rescata datos de los evangelios apócrifos: el asalto de José y María cuando huían de Egipto por dos ladrones. El buen ladrón y el mal ladrón, quienes morirían crucificados con Jesucristo en el Calvario.

Y un dato para meditar. “Dice una tradición cristiana que la cruz en que murió Cristo había sido fabricada en la carpintería de san José”. Cuando sale Pompio de casa del carpintero José, ve las tres cruces que éste hizo para el ajusticiamiento olvidadas en un rincón y nos preguntamos sobre las curiosidades y que otorga la vida


Por lo demás, un libro corto, fácil de digerir, y para alegrar el fin de semana.



“Mira, Jesús –le expliqué-, a veces, para realizar un proyecto o cumplir una misión, uno se ve obligado a ocultar su verdadera identidad y a utilizar un nombre y una apariencia ficticias. Los dioses del Olimpo, sin ir más lejos, cuando han de dar consejos o hacer advertencias a los mortales o entablar contacto con ellos por cualquier otra causa, adoptan formas humanas, cuando no de animales u objetos, y de este modo consiguen sus propósitos, no siempre educativos, sin llamar la atención. Sobre estas metamorfosis, como las llamamos, un poeta romano ha publicado hace poco un libro entero. ...”

Lázaro, leproso y pobre, pide, a cambio de información, dinero a Pomponio; éste le dice que el niño que le acompaña es su hijo adoptivo. Lázaro responde:


“Para ser filósofo mientes mal. Conozco a la criatura que se esconde detrás de ti. En ocasiones, en compañía de su primo Juan y otros rufianes de la misma calaña, me han hecho burla y me han tirado piedras. He pedido a Jahvé que los despedazara un oso, pero ni ese don me ha concedido, alabado sea su Santo Nombre. Si la vista no me falla, es Jesús, hijo de José...”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Hilvanes! El otro día leí en el Babelia la reseña a esta novela, y me llamó la atención. La verdad es que por lo leído en tu reseña, promete. Por cierto, ese mapa que has añadido me ha acompañado durante mis últimos cuatro años. Mi tesis doctoral es una edición, traducción y comentario de una descripción latina medieval de Tierra Santa. Me ha hecho mucha gracia.
Besos

Hilvanes y Retales dijo...

Te imagino con el mapa a cuestas ... es lo que tenéis los filólogos, una bonita historia de amor con el papel.

El último libro de Mendoza está en su otra línea, en la de los libros que nos hacen reir, que a mi me recuerdan a Jardiel, y que son tan necesarios en la literatura. YO siempre me he quedado con este Eduardo, a pesar de la calidad de la Ciudad de los prodigios. POr poner un ejemplo.

Eduardo me ha acompañado siempre, como Carmen Martín Gaite.

¿Has visto el último de Nancy Mitford?

Besines.