martes, 19 de junio de 2007

Álvaro

Mi Alvaro tenía nombre compuesto y su cumpleaños era el día 19 de marzo aunque nacío el 20 del mismo mes. Tenía los ojos marrones tan profundos que asomarse a ellos era imposible hacerlo sin sentir miedo. Quería ser notario. Yo también. Y eso nos hizo ser amigos. Nos sentábamos bajo el sauce del patio del instituto para ver las fotografías que yo hacía y Álvaro siempre se sorprendía de aquellas que salían torcidas. "Pruebo distintos planos". Pero él no me creía. Aprendió arte porque era mi pasión. Y yo aprendí a escuchar. Y a quererme.

No he vuelto a saber nada de Álvaro y añoro tanto aquellos préstamos de libros, aquellos paseos al río, aquellas miradas al fondo de nuestras almas ... que diez años después aún lloro por su ausencia.

Alguien me dijo una vez que mi Álvaro había perdido la sonrisa desde que yo no estaba a su lado.

Yo perdí a mi mejor amigo. Y no he podido recuperarlo.

Diez años después necesito saber que mi Álvaro ha recuperado aquella sonrisa que tanto me alegraba la vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ah! ¡la nostalgia de la infancia y los amigos de entonces! Robert Penn Warren hizo decir a uno de sus personajes que el amigo de la infancia es el único que siempre tendremos porque ya no te ve tal como eres, sino con rostro y voz infantil.
También yo recuerdo con frecuencia y melancolía -sólo a veces- aquellos tiempos, pero puede llegar a ser una ocupación peligrosa, S., así que disfruta del inminente verano, aunque sea de los pequeños detalles -esos maravillosos pequeños detalles-. Otros amigos vendrán. Seguro.
Besos

Hilvanes y Retales dijo...

Y los bocadillos de nocilla!!! esos que el acné nos prohibió (por lo menos a mi) al entrar en la adolescencia. Disfruta tú también del verano que llega hoy. Esperemos que no sea muy cruel...ahyss!!!