domingo, 21 de marzo de 2010

"La luz de los dos bailaba en las húmedas paredes de roca caliza"

Yo tengo una teoría: si la primera página te atrapa, ese libro merece la pena.

Cuando voy buscando un libro, salvo que esté buscando expresamente un título, suelo mirar sin tocar. Cuando el libro me llama, entonces me acerco, lo cogo por el lomo, lo giro y miro la contraportada. Lo abro y miro por dentro. Entonces leo las primeras líneas.

Si estas me enganchan. Me llevo el libro.

Hace unos días me ha pasado con El tiempo entre las costuras. Pero no lo he comprado en espera que salga en formato de bolsillo...estrategia lectora economizadora...

"Se acurrucaron el uno junto al otro arropados cada cual en una manta sobre las chaquetas respectivas y al cabo de un rato dejó de llover y solo quedó el gotear en el bosque".

Hacía tiempo que no me encontra tan bien entre las páginas de un libro. Iba a posponer su lectura. Todo el mundo hablaba bien. Y yo miraba porque el libro me miraba a mí. Cómo seguir conteniendo la tentación de su lectura? Como la tarta que llamaba a Alicia: cómeme...

"El contorno gris de la ciudad desapareció como un fantasma con la llegada de la noche..."

"Y los sueños tan llenos de colro. ¿Cómo si no te reclamaba la muerte? Al despertar en el frío todo se volvía ceniza al instante. Como ciertos frescos antiguos sepultados durante siglos y expuestos de repente a la luz del día".

Lecturas como estas te hacen reencontrar la Literatura "...donde antes hubo manzanas de mayo y quimafilas". Como aquellos libros leidos durante la inocencia, cuando los personajes se nos clavaban, los hacíamos nuestros. Como me pasó con el Barón Rampante, que hice mío al héroe de los árboles y bauticé dos árboles que creían juntos como Cósimo y Violante; pero la Violante que se veía a través de los ojos de Cósimo, no la real y dura y cruel Viola.

Con los años, la literatura se nos va haciendo ajena.

Sin embargo, algo de todo esto tiene el libro. No sabemos adónde van, pero lo intuimos. No sabemos de dónde ni de qué huyen; pero lo intuimos. La desnudez del ser humano, la fragilidad, la imposibilidad de saber completos aún cuando estemos acompañados; la fluidez del tiempo, la fugacidad de la vida...han sido descritos por Cormac MacCarthy, como pocos.

El abrazo del padre al hijo que busca dar consuelo, y lo consigue. La capacidad de transmistir sosiego, paz, tranquilidad. La necesidad de futuro. La sabiduría de saberse mortal. El hombre existe; pero Dios, también.

" No voy lejos. Te oiré si me llamas"

La carretera
Cormac McCarthy



7 comentarios:

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Es una gran obra, de lo mejor que he leído últimamente. Lirismo, crudeza, desolación, ... y una llama de esperanza, de Fe en el ser humano.
¡No pudo usted escoger mejor fecha que los días del día del padre! Eso está bien.
Si puede, vea también la película. Es una buena adaptación, parece ser que el señor Cormac apuntó a los lectores con una misma lanzada, que hasta los directores de cine imitaron lo que soñaba yo cuando leía.
Yo también leí El Barón Rampante, y fui feliz mientras lo hacía. Es una novela genial, ¿verdad? Recuerdo las lecturas del barón, que eran del siglo XVIII, y se me quedó grabado su amor, cuando gritaba: ¡¡¡oohhh, La Sinforosaaaa!!!

Hilvanes y Retales dijo...

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con la lectura...es de esos libros que te atrapan, pero no por la historia, sino por el estilo y por lo que la historia desprende...rezuma.

El libro ya llevaba empezado un tiempo...pero eran hojas leídas mientras hacía tiempo tomando un café...este finde le he estrujado...jejeje...

Tomás A.G. dijo...

"La carretera" se convertirá con el tiempo en un libro de referencia para la literatura.
McCarthy está indicando un nuevo camino para contar historias.

Hilvanes y Retales dijo...

Es cierto. Yo también así lo creo. Ayer regalé el libro. Y lo recomendé encarecidamente.

No sé si alguien me hizo caso.

Puede ser que no. Cuando pongo mucho empeño en algo, la gente acostumbra a hacer todo lo contrario.

Francisco José Sánchez Sánchez dijo...

Interesante teoría. No obstante, mi complejo de mal lector me impide asumirla con naturalidad... Hace poco oí al Sr. De Prada repetir otra teoría que ya conocía del Sr. Eco: leer un libro siempre es un rito iniciático que requiere un esfuerzo personal y una transformación del lector, de forma que lo suyo es que te cueste por lo menos 100 páginas meterte entre las páginas del libro, de forma que si esta "iniciación" no se produce, no vale la pena seguir, ya que uno no se enriquece. Un cordial saludo.

Hilvanes y Retales dijo...

Mal lector usted????

Eso está por demostrar...ufff...ya quisieramos muchos estar al nivel intelectual del suyo...


Tampoco es tan curiosa la teoría de Deprada y de Eco, teniendo en cuenta sus voluminosos libros. Yo me quedo con el Prada de La tempestad, cuando escría sobre las 200 páginas.

El Quijote, que es voluminoso, te engancha en la primera página. Y la Regenta, o Crimen y Castigo...no es necesario 100 páginas.

Me acuerdo de un escritor Pearl, de apellido, a ver si en la próxima página, a ver...al final terminé y libro y ganas me entraron de prenderle fuego...no podía...era un préstamo...

Desde entonces no leo nada que no sea mío...


Jejejeje...es broma...

Aceptará usted un café el mes próximo?????

Francisco José Sánchez Sánchez dijo...

Con mucho gusto, señora mía, todo ello si Dios quiere