Se nota que los jueces también han leído a Stieg Larsson este verano. Y, al parecer, les ha gustado. Nada menos que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha concedido al sueco un premio de «reconocimiento a la labor más destacada en la erradicación de la violencia de género». Las mujeres y hombres de loga argumentan que el novelista ha conseguido que esa lacra tenga una mayor visibilidad social, a la vez que ha puesto de relieve el ideal de una sociedad libre de esos actos violentos.
Es un veredicto valiente, y también polémico. Porque Lisbeth Salander, la protagonista de la trilogía de Larsson, no es ninguna santa, y es ella la que encarna el feminismo 'sui generis' de sus novelas. Para empezar, se dedica a la piratería informática y arregla sus problemas de manera muy poco ortodoxa, lo que le pone con frecuencia fuera de la ley.
Su padre, un agresivo espía ruso, la maltrató de niña, y luego la violaron. Pero Lisbeth no cree que los tribunales le puedan solucionar las cosas, sino que ella misma se encarga de ejecutar sus propias sentencias, o venganzas, casi siempre a las bravas.
A favor de los jueces está el conjunto, la trilogía entera que empezó en español en junio de 2008 con 'El hombre que no amaba a las mujeres'. A lo largo de los tres libros, Larsson ha retratado la trata de mujeres y la prostitución, la violencia familiar, las agresiones sexuales, el acoso laboral, la doble marginación de las inmigrantes, por su sexo y por su condición social.
La compañera de Larsson, Eva Gabrielsson, no duda en llamarle «feminista» y aduce como prueba, además de sus libros, que él siempre prefería trabajar con mujeres. El novelista estaba muy sensibilizado con estos problemas porque, según Gabrielsson, cuando era joven presenció una violación y le mataba el remordimiento de no haber hecho nada para evitarlo.
La voz discordante
Paradójicamente, ni Larsson ni su mujer dejaron los papeles arreglados para que fuera ella la que cobrara los derechos de autor, valorados a finales de 2008 en más de siete millones de euros, ya que la ley sueca no reconoce las parejas de hecho. Cuando se murió el escritor en 2004 no se habían casado y ahora es su padre el que engorda la cuenta corriente.
Pero no todas las voces de ayer sobre Larsson fueron tan entusiastas. En el cierre de las actividades culturales de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, la autora catalana Clara Usón, ganadora del último Premio Biblioteca Breve con 'Corazón de napalm', se mostró sorprendida por el «comportamiento gregrario» de los lectores, que hace que el mundo editorial pase un «mal momento», porque «prácticamente sólo se lee un libro y todo el mundo se jacta de ello». Debería haber dicho tres en vez de uno. ¿Adivinan cuáles?.
Fuente. Editorial Bosch. El correo digital.
Fuente. Editorial Bosch. El correo digital.
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