lunes, 2 de junio de 2008

La Hermana. Sándor Márai.

Imaginar un día que vuestro cuerpo responde a una llamada de atención del cerebro quien viene soportando una existencia no del todo grata, un amor imposible de definir y, entonces, desconecta. El cuerpo responde sin vida a un cerebro que deja de dar órdenes. Hay quien dice que hay que engañar al cerebro para que éste no envíe órdenes erróneas al cuerpo y así evitar la enfermedad. Hay quien bebe ron al anochece porque cree que es una forma de engañar al cerebro y así sea este feliz.

Z, quien ha llegado a lo más alto como pianista, es ingresado por una extraña infección de la que todos callan y a la cual nadie quiere poner nombre. En los meses de la cura de la enfermedad soportada a base de morfina, Z siempre espera algo más del médico y de todos cuantos le rodean. Ese algo más nunca llega.

Un día Z. recuerda a E. y sonríe. Recuerda que estaba enamorado y recuerda que el mundo se había rendido a sus pies.


Un día comienza a recordar su vida, su existencia.

Y entonces pide las cartas que sus admiradores le han escrito durante meses. Pide las cartas de E. Pide hablar con ella.

Y comienza su recuperación. Y el médico inaccesible hasta entonces, por fin habla. Y las hermanas que le han cuidado durante todo este tiempo. Y todos parecen creer lo mismo. Que Z. Solo podía curarse cuando él lo quisiera. Sólo en ese instante y no antes ni tampoco después.

Z. cree que existe alguien que le está transmitiendo energías para su curación. Y cree que ese alguien es E.

Z. a causa de la enfermedad ha perdido la movilidad en algunos dedos. Tiene que abandonar la música a quien ha dedicado tantas horas durante tantos años. “NO me compadezca, la enfermedad da tanto como quita”.

¿Y si la enfermedad fuera una respuesta a una orden del cerebro? ¿Por qué nos atrevemos a hacer aquello que no queremos procurandonos la infelicidad? ¿Porqué E. que amaba a Z. no se atrevía antes de la enfermedad a quererle? ¿Porqué ha necesitado que la muerte llegara al umbral de sus vidas para atreverse a amarle?


Sándor Márai nos adentra en lo más oculto de nuestras vidas dónde el deseo lucha contra la existencia; dónde comprendemos que hay una parte de nuestras vidas que ignoramos porque tenemos miedo. ¿Pero a qué tenemos miedo?

“Esos instantes previos a la primera nota, esa infinita expectación que impregna todos los nervios en la sala, el saber que ese silencio expectante en el que mil personas se olvidan de sí y de sus problemas personales, emanaban de mí: eso era lo máximo que me había dado la vida”.




Košice. Ciudad natal de Sandor Marai.

4 comentarios:

Magda Díaz Morales dijo...

Que más puedo decir de este escritor y de esta novela que lo que he comentado ya y que has leido (gracias por ello).

La hermana me gustó mucho. Es una novela plena de sensaciones y descripciones de atmósferas, como todo lo de Márai.

Sobrecogedora, además.

Hilvanes y Retales dijo...

Si, y así he llegado hasta Sándor Márai, a través de ti. Antes de sentarme a escribrir el comentario ya tenía la sensación que no podría describir las verdaderas sensaciones que el libro despierta. Y no he conseguido plasmarlas. Es como si S. Márai hubiera sido capaz de escribir sin palabras ese algo de la vida que se nos escapa.

Anónimo dijo...

Guau.
Vaya historia... Me ha dejado un poco plof.

Hacía tiempo que no pasaba por aquí.

Me alegro de leerte de nuevo.

Besos y ¡hasta pronto!

Hilvanes y Retales dijo...

Me alegro de tu paseo por aquí. Siempre es grato tenerte. Besos MIl.