Rubén me ha traido hoy al recuerdo a la Carmen poeta. "Una, dos y tres, / escondite inglés, / a esa niña de rojo / ya no la ves"; esa de rojo solo podía ser Alicia. Alicia habitante en el mundo de la fantasia, donde los cuadernos pueblan ese cuarto de atrás que es el refugio y sobretodas las cosas, la libertad....
No es Valium ni Orfidal,
no me ha entendido.
Se trata de la fe. Sí: de la fe.
Comprendo que es muy tarde
y no son horas
de andar telefoneando a una
farmacia
con tales quintaesencias.
Lo que yo necesito
para entrar confiada en el vientre
del sueño
es algún específico protector de
la fe.
¿Que le ponga un ejemplo más
concreto?
Pues no sé… Necesito
creerme que este saco
cerrado por la boca
y en cuya superficie
se aprecia la joroba
de envoltorios estáticos
puede volver a abrirse alguna vez
a provocar deseos y sorpresas
bajo la luz del sol y de la luna,
bajo el fervor clemente
de los dioses del mar.
¡Oh, volver a sentir lo que era
eso!
Y ni siquiera necesito tanto
?ya es menos lo que pido?;
simplemente creerme
que un día lo sentí
intempestivamente
cuando más descuidada andaba
de esperarlo,
y supe con certeza
que sí, que se podía,
que un corazón doméstico
cuando al fin se desboca
es porque está latiendo sin
saberlo
desde otro muy cercano.
Ya. Que no tienen nada.
Pues perdone.
Comprendo que es muy tarde
para hacerle perder a usted el
tiempo
con tales quintaesencias.
Ya me lo figuraba.
Buenas noches.
Farmacia de Guardia.
Carmen Martín Gaite
2 comentarios:
¡Ojalá, sí, vendieran sellitos de fe en las boticas!
Habrá que seguir buscándola en otras ilusiones...
Un abrazo enorme, modista.
Cuántos iríamos a la farmacia de guardia a las tres de la mañana a comprar tiritas para el alma, verdad?
Un beso paisano.
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