lunes, 11 de junio de 2007

Para Hipatía ... O del sentimiento amargo de la vida.

Para Hipatía ... del sentimiento amargo de la vida.

Vivir duele, y duele sencillamente porque somos de carne y hueso y eso conlleva podredumbre. Esto que suena tan duro es la vida misma, vida que también es primavera y sol, pero también invierno y noche. Y esta vida que es vivir muriendo no es vivida por todos los mortales de la misma forma. Hay para quienes esta vida es una fiesta y para quienes es una continua tortura. Y aquí, en la tortura, sitúo yo a D. Miguel de Unamuno.

Antes de continuar con el Diario Intimo, quería traer a estas líneas una frase hermosa y muy difícil de pronunciar “La vida es un regalo”. Estas palabras son de Isidre Esteve y, a mi, se me caía el alma al escucharle pronunciarlas. Solo quienes han rozado ese profundo abismo al que a veces llegamos los seres humanos y, especialmente, aquellos que consiguen bucear y volver a la superficie, tienen el arrojo y el valor para reconocer que la vida es un regalo y, como tal, así hay que vivirla y, sobretodo, dar las gracias por ello. Desde aquí, todo mi más sincero apoyo.

Y D. Miguel quien vivió y sufrió la muerte de un hijo y después, la de una esposa que era a al vez la madre todo ello junto con los problemas políticos en los que se vio inmerso quizá le ayudaron llegar al abismo, abismo en el que nunca encontró un ancla donde amarrarse para volver a la superficie.

No sé si escribir San Manuel Bueno Mártir le supuso a Unamuno como a Goethe escribir Las penas del joven Werther, un alivio para continuar viviendo y escribiendo; sin embargo, San Manuel, es el vivo reflejo de D. Miguel: ese continuo dudar de la existencia de Dios que se convierte en una obsesión hasta tal punto que necesita demostrar tal existencia para continuar viviendo en calma y no sentirse defraudado. “quise hacerme dueño y no esclavo de ella, y así llegué a la esclavitud en vez de llegar a la libertad en Cristo”.

A pesar de todo, esa fina ironía que solo D. Miguel sabe hilvanar, ese ácido humor que le caracteriza, nunca lo perdió: “Te decía, hijo mío, que no frecuentes mucho el trato con los sensatos, pues quien nunca suelte un destino, puedes jurarlo, es tonto de remate”.

¿Creía en el fondo D. Miguel en la existencia de Dios? Yo creo que sí pero se anteponía al hombre de carne y humo el hombre de ciencia, ese hombre falto de humildad que estimaba que ambas cosas eran opuestas y contrapuestas, que si científicamente no se podía demostrar la existencia de Dios era porque Dios no existía, y si no existía y él creía .... “Fue preciso que partiera el pan para que le conocieran y creyeran en él” y una prueba de este calibre es lo que Unamuno necesita que le Ciencia tenga a bien a llevar a cabo. “Como a otros les duele una mano o un pie o el corazón o la cabeza a Spinoza le dolía Dios” y a D. Miguel, ¿qué le dolía a D. Miguel?

A Unamuno le dolía no poder demostrar científicamente, la certera existencia de Dios.

Diario Íntimo sorprende por el desgarro interior que D. Miguel sufría en los días de la escritura del mismo. Escritura que seguro acometió en un intento de vaciarse de si mismo y encontrar ese alivio del que tanto habla y tanto necesita. Mas, sorprende que alguien que vive en esa continua lucha interna no termine perdiendo la razón y la cordura o, cuando menos, que no se lance a los brazos de la fe ciegamente, arrojando toda duda y toda culpa en un intento final de estar en paz consigo mismo, y hasta con Dios.

“Dame fe, Dios mío, que si logro fe en otra vida, es que la hay”.

“Bienaventurados los sencillos, porque tendrán mucha paz”.

“padezco una descomposición espiritual, una verdadera pulverización bajo la cual palpita la voluntad de mi mente, su fuerte deseo de creer, de creer en sí, en que no se aniquila”.

Afirma Félix García en el prologo al Sentimiento trágico de la vida, que Unamuno le faltaba humildad y estaba poseído de sí mismo. “...y este no poder romper a llorar y a aliviarme...” “Pido a Dios que me despoje de mí mismo”.

Es continua la asociación Dios-Muerte-Inmortalidad; SI Dios existe, hay vida después de la muerte; luego existe la inmortalidad.

“me dicen que he venido a realizar no sé qué fin social: pero yo siento que yo, lo mismo que cada uno de mis hermanos, he venido a realizarme, a vivir”.

Lector confeso como Oscar Wilde de los Evangelios (no sé si también D. Miguel prefería leerlos en griego cosa para la cual no tendría problemas), se convierten en la única aspirina para el dolor espiritual crónico que ya no podrá remediar la ciencia. Decía Wilde en De Profundis que cada mañana, después de limpiar su celda y sacar brillo a mis latas, leía un poco de los Evangelios, una docena tomados al azar de cualquier parte. Afirmaba “es una manera deliciosa de empezar el día. Para ti, en tu vida turbulenta y desordenada, sería cosa excelente hacer lo mismo. Te haría un bien incalculable”.

Me parece tan hermosa aquellas palabras de Wilde sobre Cristo cuando afirmó “ Fue la primera persona que dijo a los hombres que debían vivir como las flores”.

Y D. Miguel erre que erre::::::::::::

“Y es que las ciencias, importándonos tanto y siendo indispensables para nuestra vida y nuestro pensamiento, nos son, en cierto sentido, más extrañas que la filosofía. Cumplen un fin más objetivo, es decir, más fuera de nosotros. Son, en el fondo, cosa de economía. Un nuevo descubrimiento científico, de los que llamamos teóricos, es como un descubrimiento mecánico: el de la máquina de vapor, el teléfono, el fonógrafo, el aeroplano, una cosa que sirve para algo. Así el teléfono puede servirnos para comunicarnos a distancia con la mujer amada. ¿Pero ésta para qué nos sirve? Toma uno el tranvía eléctrico para ir a oír una ópera; y se pregunta: ¿cuál es, en este caso, más útil, el tranvía o la ópera? ... El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se haya dicho que es un animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. Acaso llore o ría dentro, pero por dentro acaso también el cangrejo resuelva ecuaciones de segundo grado”.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre he creído que Diario Intimo es el libro definitivo para acceder a Unamuno, pues (a mi entender) supone una superación (cristiana) de la filosofía apuntada en el Sentimiento Trágico de la Vida, que suele pasar por la típica de Unamuno.
Me alegro de que hayas regresado al mundo virtual.

Hilvanes y Retales dijo...

HOla Uberri; gracias por estar por aquí. Te he leído y a partir de ahora comenzaré a hacer comentarios en la medida que el señor tiempo me permita. Bien cierto era que la definición de Dios era inasequible. Dios mío! Muchos Besos

Hipatia dijo...

Hola Hilvanes:

El tema de Dios... cielos, tengo miedo de hablar porque creo que puedo hacer daño o molestar.
Mi “verdad” es que vivo totalmente al margen de la idea de Dios; para mí no es otra cosa, una idea necesaria para muchos individuos y pueblos. Pienso que es una idea cultural, con un arraigo tremendo; me planteo su eficacia con temor y optimismo. La existencia de Dios suele implicar una doctrina que cohesiona a los individuos y les proporciona un soporte psicológico y emocional importante, desde el punto de vista de la vulnerabilidad de la condición humana. Orienta a las personas impulsándolas con una serie de hábitos de comportamiento, las cuales infunden la sensación de que sus vidas tienen un significado dentro del cosmos y que se dirigen hacia “alguna parte”. Particularmente, veo una forma de delegar en “otro”, de responsabilizar a otro (alguien superiror) sobre todo aquello que todavía escapa a nuestra comprensión, nuestra sensación de impotencia (siento si resulta duro) y nuestra existencia temporal. Recuerda que el ser humano es el único animal que sabe a ciencia cierta que va a morir.

Cuando leí a Unamuno yo tenía 26 años. Fue una época terrible para mí. De sus obras, las que más me gustaron fueron Abel Sánchez, Amor y Pedagogía (ésta, muy especialmente) y San Manuel Bueno Mártir (ésta, porque el cura era ateo, por la narración tan entrañable, etc). El Diario me llamó la atención y me sorprendió mucho. Ahora (ya sabes) lo he vuelto a leer junto con San Manuel, además de apuntes biográficos y su intención literaria. No me ha sorprendido –lógicamente- y me ha decepcionado un poco. Creo que fue un hombre muy lastimado por la vida, cuya consciencia le atormentaba. Necesitaba creer porque necesitaba respuestas; creo que no podía vivir con la idea de pasar por la existencia amparado únicamente por la duda y la incertidumbre; necesitaba extraer alguna conclusión, alcanzar a tener al menos una certeza inamovible para encontrar un sentido a la vida del ser humano. Pero buscar “los motivos” es ya una eterna pregunta, que está siempre en el aire. Asumir esto puede producir una paz extraordinaria o una angustia terrible. Creo que este fue el caso de Don Miguel.

Las palabras de Rubén Darío.

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
Y más la piedra dura, porque esa ya no siente,
Pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
Ni mayor pesadumbre que la vida consciente”

En mi humilde opinión los seres humanos no alcanzamos a tener verdaderas certezas con respecto a nada. Sin embargo se puede conseguir ese punto emocional que permite estar cómodo pensando que la gran tragedia del ser humano es la consciencia: si cada uno de nosotros es el resultado del lugar hasta donde nos conduce nuestra capacidad de comprender, puede ser cierto que tenemos una tragedia personal que llevamos a cuestas. Parece claro que cada ser humano se instala en un proyecto que quiere que salga adelante, y esto nos convierte en potenciales bombas de relojería.

Las palabras de Mosterín:
“Vivir bien es, entre otras cosas, vivir despierto, vivir con los ojos abiertos, darse cuenta de quiénes somos y dónde estamos, practicar la virtud de la lucidez.”

Te recomiendo un libro (hice un post) de Jesús Mosterín “La Naturaleza Humana”. Hay una entrevista en la Web –que le hizo el País- muy interesante y te puede servir como avance sobre este autor. Te paso el enlace:
“Una apuesta por el individuo”, es el título. Si tienes problemas, pones en Google su nombre y es la primera opción que te propone.
http://www.elpais.com/articulo/portada/apuesta/individuo/elpeputec/20060305elpepspor_1/Tes
(Esta tarde me he comprado otro libro de Mosterín: “Ciencia y Vivir”. Ya te contaré. De momento estoy con el de La Naturaleza Humana….
Gracias, Hilvanes, por acordarte.
Un beso desde la Enterprise.

Hilvanes y Retales dijo...

HOla HIpatía; Es cierto que el ser humano siempre ha tenido la necesidad de cierto amparo y consuelo la religión le ha aportado; aunque en numerosas ocasiones también la religión ha sido quién más desconsuelo y desamparo ha producido al hombre. Especialmente por su mala interpretación.

Y buscar señales y certezas ha ocasionado grandes desasosiegos en mentes inquietas con la de D. Miguel.

Si te soy sincera, leer Diario Intimo en este momento, puede no haber sido el más propicio. Como tú a los 26. NO es que esta sea una época terrible, pero tengo una sensación de vacío que me asfixia y leer el Diario me ha agobiado más aún.

Tomo nota sobre Jesús Mosterín.

Besos desde el cuarto de costura.

Anónimo dijo...

No he leído a Unamuno al margen de lo estudiado en el instituto. De la generación del 98 me quedo con Baroja, pero tu comentario me ha parecido muy interesante. Mucho ánimo. Esto... también pasará. Ya lo verás.
Muchos besos
P.S. Es un gustazo ver la ilusión y fuerza con la que estás montando tu cuarto de costura