jueves, 21 de junio de 2007

La lista interminable


Mi acercamiento a la literatura como tal, esa que empieza a concebirse sin dibujos en las páginas del libro; cuando la letra comienza a menguar poco a poco y los márgenes disminuyen progresivamente; se produjo cuando, a los 10 años, una prima hermana de mi padre que estudiaba filología hispánica y en aquel momento leía a Tolkien para un trabajo de la universidad, me preguntó si me gustaban los libros con dibujos.

Creía que de aquella pregunta se deduciría si era una lectora digna de serlo, pensé que me miraría como a una niña que no intentaba ser mayor. Respondí que no. En su siguiente visita me regalaba los tres tomos de aquella edición de los ochenta que aún conservo junto con el mapa que las ediciones posteriores no han añadido al libro.

No puedo ocultar el cariño que siempre he sentido por mi prima y que siento. Fue ella quien me dio un consejo que seguí. No me arrepiento, pero tengo el corazón perdido. CECI sabe de qué hablo, verdad?

Esta semana hacía la última lista de los mejores diez libros para Alde. Pero mi lista nunca es la misma. Y aún sigo buscando ese número diez insuperable. Quien ha leído el Cuarteto de Alejandría dice no querer volver a leer nada más porque ya nada podrá superarlo.

Pronto lo sabré.

Recuerdo el Árbol de la ciencia que leí por tres veces y que quiero volver a leer. Este libro indudablemente, debe abrir siempre la lista.

San Martir Bueno Martir llegó en COU por lectura obligatoria justo cuando yo decidía no hacer la confirmación porque no estaba segura de muchas cosas y me sentí aliviada por haber tomado una decisión libremente y comprendí que las dudas forman parte del camino.

Con el Barón rampante me sentía identificada: yo también quería revelarme contra el mundo y de paso, llamar la atención al igual que Cósimo Piovasco, sobre mi amado; quien se atrevía a decir que se pasaría el resto de la vida asomado a mis verdes ojos. y en este momento nuestros caminos se bifurcaron y me lancé de cabeza intentando encontrar alivio a mi pena en El amor en los tiempos del cólera, y yo, emulando al protagonista, lo tenía todo lleno de poemas que más tarde rompía.

No he incluido en mi lista a mi idolatrado Jesús. Jesús llegó en el momento oportuno y me rescató de nuevo a la lectura con la misma pasión de siempre. Creación? Juliano el apóstata? Me parecen insuperables dentro de la novela histórica. Aquí pongo El Mozárabe. Mi querido Jesús, bien lo sabes.

Y quienes han leído mis post en librodearena, saben que no gusto de la literatura de códices y que creo que hay un vacío en la literatura ahora que poco a poco se va salvando.

Tampoco puedo concebir la vida sin libros. Ni puedo concebirla sin algunos libros en concreto. No puedo recordarme a los diez años y no verme sentada con el señor de los anillos entre las manos....a quien se le ocurre regalar un libro a un niño de tres años que no sabe leer...crea adicción!!!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahí va mi nómina de lecturas que lo han sido de cabecera en distintas épocas: "El árbol de la ciencia" de Baroja, "El tragaluz" de Buero Vallejo, "Escuadra hacia la muerte" de Alfonso Sastre", la "Ilíada", los "Anales" de Tácito, "La montaña mágica" de Thomas Mann, "Bajo el volcán" de Malcolm Lowry, "El día de la independencia" de Richard Ford, "El guardián entre el centeno" y "Levantad, carpinteros, la viga del tejado" de Salinger -la releo un par de veces todos los años; por cierto, ya toca-, "Expiación" de Ian McEwan...

S.,yo dudé en su día entre el derecho -del que tenía una visión muy romántica alimentada por Hollywood- y las Clásicas y en mi casa me recomendaron la segunda opción -sin duda, son caminos simétricos los nuestros-. Adoro mi trabajo y ahora que faltan unos meses para que se me acabe el contrato, espero poder seguir dedicándome a los latines. Pero si lees mi nómina de lecturas de referencia, son casi todas contemporáneas. Mi formación filológica quizá contribuya en parte a apreciar determinados detalles, pero muy pocos. Lo que quiero decir es que si hubiera estudiado derecho seguramente leería tanto como ahora y probablemente lo mismo. Y que conozco a un montón de licenciados en filología que no leen -y a los que inexplicablemente ni siquiera les gusta hacerlo-. No te confundas, no tienes el corazón perdido. Lo tienes en los libros, que aprecias -y, desde luego, sabes apreciar- al margen de tu formación. Y si como dices no te arrepientes de tu elección y te gusta tu trabajo -que creo que es el caso- no estás tan perdida como crees estar. Simplemente adoras la literatura pero no te ganas la vida con ella. Y todos, absolutamente todos, al margen de nuestra mayor o menor realización profesional, nos vemos obligados a robarle tiempo a nuestros intereses y pasiones. Pero al menos sabemos cuáles son. Y eso ya es mucho. Es muchísimo.
Así al menos lo veo yo. Ánimo y adelante
Besos

Hilvanes y Retales dijo...

Hilvanamos como Penélope nuestras vidas, con mayor o menor acierto. Pero es tan importante poder estar y hacer cosas. Se nos olvida con frecuencia que La vida es un regalo que hay que saber vivir.

Anónimo dijo...

En tiempos de Séneca con cien volúmenes se hacía una biblioteca.
Ahí va mi top-ten: los primeros libros que me llevaré a mi biblioteca (me quedan 90 por elegir…).
1. La Biblia.
2. La Odisea (Homero).
3. Las Geórgicas (Virgilio).
4. El Quijote (Cervantes).
5. Antología de la poesía en español.
6. Qué es filosofía (Ortega).
7. Hombre y Dios (Zubiri).
8. Rayuela (Cortázar).
9. Sobre Héroes y Tumbas (Sábato).
10. Masa y Poder (Canetti).

Anónimo dijo...

Por cierto, Hilvanes, yo también recuerdo con mucho cariño "El señor de los anillos". Lo acabé en la abarrotada sala de espera de un hospital mientras esperaba a que me hicieran unas radiografías. Tenía de aquella trece o catorce años -y una recién descubierta asimetría; qué cosas-.
Besos
P.S. He releído mi primer comentario. Ahora me suena pretencioso. No pretendía dar lecciones, sólo ánimo.