lunes, 26 de marzo de 2012

El testigo de Fernando Quiñones con Rafael Álvarez, "EL BRUJO"



El miércoles, al salir de la presentación del libro Alcazaba de Jesús Sánchez Adalid, tras aquella extraordinaria lectura de determinados pasajes del libro y la música que acompañó al acto, música compuesta por David Álvarez expresamente para el libro, únicamente se me ocurrió decirle a mi acompañante: ays, si hubieramos sido artistas, ¿Conoces el chiste? …



“Ese agricultor arreglando su tractor en medio del campo y pasa un avión por arriba de él, y alzando la llave inglesa señalando al avión le dice a su compadre:



- Hay que vé las cosas que semos capaces de hacé los artistas”.



Pues el viernes, durante toda la función, dónde, a pesar de las continuas referencias que hacía El Brujo al tiempo ("son las nueve y diez, y parece que hace un momento eran las nueve. Pues ea, ya nos podemos que ir, que ya lo he dicho tó ...), no llegamos a pensar en el reloj, es que ni mirarlo; decía, me acompañaba el sentimiento de poder que tiene el arte, y que los actuales gobiernos no se den cuenta de ello.

Cómo dice Mutis, antes los griegos y los romanos llegaban, te conquistaban y te ponían un teatro. No corren buenos tiempos para la lírica porque el ser humano ha perdido algo, el horizonte, tal vez.




 
 
Una taberna solitaria donde tres mesas con sus sillas, sus botellas de chato y sus vasos. Tres bombillas iluminan la estancia.


 
Tenuemente.


Porque la verdadera luz de la escena la aportará El Brujo.

Rapsoda, fue el término que empleó Quiñones para referirse a El Brujo. Estuvo acertado. Y como buen rapsoda, El Brujo te atrapa con su verbo y sus gestos y su capacidad de ser cómplice del espectador, parecía que sabía si estabas cómodo en la butaca, si estabas receptivo a la risa, al silencio, al aplauso; toda la función es un ir y venir de sentimientos, y un ir y venir a través de las aventuras y desventuras de Miguel Pantalón, quien por ser vago, vago, vago, le preguntaron cuál era su profesión y dijo que él era de Caí. O por ser tan vago, que el único disco que publicó, ni foto llevaba. Pero era un filósofo, bueno no, era un poeta: "yo estoy en otras cosas, estoy en el bulto (...), estoy leyendo quince libros sin saber leer, veo sitios, veo los muertos, veo tó".

Se agradece a Rafael Álvarez, los guiños a la tierra. Esa referencia a nuestro jamón, que está inmerso, también, en la crisis, entre otras cosas por el abuso de las empresas del sector de la construcción, que se llevaron sus beneficios al sector del porcino y, como la curva de la productividad marginal decreciente se puede aplicar, para casi todo.

No había podido ver a Rafael Álvarez en escena y era una especie de deuda conmigo misma. Y el viernes, por fin, saldé mi deuda. Ahora si hacienda me reclamar, no podré autoembargarme.

Y vaya manera de reír. Y de aplaudir.

Lo que hacen los artistas.  


1 comentario:

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Se me olvidó comentar cuando lo leí. Ví a El Brujo hace muchos años, interpretando a Lázaro de Tormes. Una maravilla. Un talento desbordante.