viernes, 12 de marzo de 2010

En el camino


Se confirmaba esta mañana el fallecimiento de Miguel Delibes. Estaba tomando café, a las 8:00 horas, y mientras escuchaba atentamente a mi compañero de taza, triste él, triste yo por él, no pude dejar de levantar la mirada hacia el televisor solitario que intentaba transmitir el desenlace que ayer temían los hijos de Delibes.

Llego tarde a este homenaje que miles de lectores le han dedicado ya al maestro Delibes, pero no puedo dejar de hacer mención al homenaje que hace Literaturitis Crónica con su recorrido por nuestros libros de la infancia.

Mi primer libro fue La bella durmiente, tenia yo tres o cuatro años, no sabía leer, entiendo que obviamente; y perseguía a todos para que me lo leyeran. Al final, me inventaba yo el texto, con aquello que recordaba de las lecturas anteriores realizadas por mi familia. 

... Cansina que soy ...

Luego llegó el bibliobus...y recuerdo unos libros, más bien no recuerdo, porque ni recuerdo el título, ni el nombre de los protagonistas...solo tengo la imagen en la memoria...imagen que seguro no se corresponde con la real...el tiempo lo distorsiona todo. A quién no le ha ocurrido ir a un lugar frecuentado durante la niñez, y el lugar ha empequeñecido, ¿Por qué todo lo recordamos de mayor tamaño? 

Y, un día, llegó Miguel Delibes.

Primero fue el Camino. Fue lectura obligatoria de BUP, aquellas sabias lecturas escogidas entonces, como El árbol de la ciencia, la Colmena, Miau, Marianela...aquello sí que era literatura de la buena. 

La sencillez en el estilo, libre y sin artificios inútiles ya que no eran necesarios. Su estilo era reflejo de su persona: humildad. 

En las obras de Delibes descubrimos la grandiosidad de nuestra lengua, el CASTELLANO.

Me marcó cuando supe que Señora de rojo sobre fondo gris, era un retrato sobre su vida, el esfuerzo por seguir adelante después de la muerte de su mujer. 

" Ninguno de los dos era sincero pero lo fingíamos y ambos aceptábamos, de antemano, la situación. Pero las más de las veces, callábamos. Nos bastaba con mirarnos y sabernos. Nada nos importaban los silencios. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida eran sencillamente la felicidad. Yo buscaba en la cabeza temas de conversación que pudieran interesarla, pero me sucedía lo mismo que ante el lienzo en blanco: no se me ocurría nada. A mayor empeño, mayor ofuscación. Se lo expliqué una mañana que, como de costumbre, caminábamos cogidos de la mano: ¿Qué vamos a decirnos? Me siento feliz así, respondió ella.


Una voz misteriosa me soplaba la lección entonces y yo atribuía a los ángeles, pero ahora advertía que no eran los ángeles sino ella; su fe me fecundaba por que la energía creadora era de alguna manera transmisible ¿De quién me compadecía entonces, de ella o de mí? "  


Siempre me ha caido bien Iñaki Miramon.

La sabiduría del hombre del campo fue plasmada por Delibes. La flor de sauco, como decía el Señor Cayo, es fantástica para la cojuntivitis.

La prisa, el consumo, esa juventud que no pasaba necesidad y que se aburría en el pueblo, ..., no queremos creenos el cambio climático porque eso significa perder comodidad.


" La voz de Rafa se fue haciendo, progresivamente, más cálida, hasta alcanzar un tono mitinesco:



-Ahora es un problema de opciones, ¿me entiende?



Hay partidos para todos y usted debe votar la opción que más le convenza. Nosotros, por ejemplo. Nosotros aspiramos a redimir el proletariado, al campesino. Mis amigos son los candidatos de una opción, la opción del pueblo, la opción de los pobres, así de fácil.



El señor Cayo le observaba con concentrada atención, como si asistiera a un espectáculo, con una chispita de perplejidad en la mirada. Dijo tímidamente:



-Pero yo no soy pobre. "

        Los políticos, ese gran enigma.
 
        La represión, la humillación, el orgullo, el dolor, la resignación y la impotencia, fueron reflejadas en Los Santos inocentes. Creo que todos los que hemos leído el libro, hemos sentido la rabia, el dolor, la tristeza, el llanto, por esos personajes de ficción y realidad. 
 

 
 
Y qué decir del GRAN  Paco Rabal ... algún tendré que hablar de Juncal.
 
Delibes fue el padrino literario de Francisco Umbral. Fue quién le dió a este último la primera oportunidad de escribir: "Él fue mi primer público y mi primer promotor". Aunque Umbral machó a Madrid, hasta tal punto se sintetizó con la ciudad que todos tenemos siempre la creencia de ser madrileño (aunque sí de nacimiento), Delibes y Umbral se escribieron, que el primero llegó a afirmar "Desde que tenía novia no recuerdo haber escrito tantas cartas como le escribo a Paco".
 
Umbral describió a Delibes:
 
"Aquel Miguel juvenil era un hombre más práctico que intelectual,más sincero que inventor, más verdadero que literario. Miguel podía haberse paseado por la ciudad como su príncipe  literario, pero jamás lo hizo. Cuando había una fiesta se iba al campo con su escopeta, heredando las costumbres de su padre, a la caza de la perdiz roja". Días felices en Argüelles. F. Umbral.
 
 


¿Quién no recuerda a Lolo y sus celos por haber sido destronado?
 
Pero, destronados o no de nuestros reinos, la vida sigue, porque tenemos que recorrer el camino que nos ha sido dado.

Y, en el camino, iremos encontrando gente fantástica como Delibes, gente sencilla, humilde. Gente Buena.  
 


requiescat in pace
 

5 comentarios:

El príncipe destronado dijo...

Muchísimas gracias por la mención...
La película los Santos Inocentes triunfó en todos los sentidos, y mucho en Francia, donde fueron premiados por su trabajo Alfredo Landa y Francisco Rabal. Aunque, en esa película, Juan Dïego y Terele Pávez también están geniales.
Miguel Delibes también es muy apreciado más allá de los pirineos.
Hay una foto que has publicado, la que sale con toda su familia, me ha emocionado.
Con él se ha ido el último de los de su generación, ya se fueron Cela, Gaite, Umbral, Laforet...
Dicen que queda Marsé, pero es que Marsé aún es joven, aún le queda tralla, y su generación es la misma que la de Eduardo Mendoza, y próximos están Luís Mateo Díez, y otros baluartes de la literatura recia, que no necesita innovar para ser Gran Literatura.
Esta tarde me acordaba de El Príncipe Destronado, apodo que uso a veces en mi blog. Sólo una vez en mi vida dí clases, a un amigo, de lengua. Le habían mandado leer un libro para hacer un trabajo para Septiembre, el que quisiera. Yo le dije que leyera El príncipe destronado, quizá el primer libro grande que leyó hasta entonces, a los quince o dieciséis años. Le encantó, le gustó mucho, y eso que, pese al tema de la infancia, no es una novela demasiado fácil, porque son los ojos de un niño los que descubren el mundo.
Un abrazo.

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Un dato, que me honra: mi amigo aprobó, le enseñé la tilde y la acentuación, entre otras cosas.
Años después me escribía cartas desde la mili, en los balcanes -estaba en la marina, como camarero de oficiales-, y escribía muy pero que muy bien.

Jardiel Poncela dijo...

Qué actores ... Rabal, Landa, la Pávez, Juan Diego... cualquier otra época parece que siempre fue mejor ... El magistral Don Miguel Delibes, junto a otros ya desaperecidos y grandes de la letras españolas...nuestra literatura es fantástica, magistral, magnífica...no entiendo la ausencia de más premios nobel. Delibes bien pudo obtenerlo. Méritos, sobraban.

El príncipe destronado dijo...

¡Don Enrique, Don Rafael Sánchez Ferlosio sigue vivito y coleando!
Con muy buen tino se lo dárían a él.

Anónimo dijo...

Hijo, no sé no sé...no conozco al Sr. Ferlosio...lo intenté, pero él y circunstancias, no me lo permitieron...