sábado, 20 de marzo de 2010

De cuando íbamos a la E.G.B.

Cuando recuerdo la etapa de la E.G.B., siempre viene a mis recuerdos el olor a libro nuevo forrado en plástico para evitar su deterioro. Ahora, taitantos años después, me parece un absurdo haber forrado los libros para que estos hayan sido destruidos. Sería como conservar en oro esas fotografías que, cuando pasan al olvido alguno de sus personajes, las rompemos. Como fue el caso de las que yo tenía de Rob Lowe. El amor de mi adolescencia. Y también las de Mgiver…






En la E.G.B., es cierto, como decía LiteraturitisCrónica, no nos obligaban a leer. Al menos, hasta 7º y 8º, con los Libros del Barco de Vapor y sus aledaños trabajos seudoartísticos.



Mi primer libro, ya lo he dicho, fue un cuento.





Mi adicción a la literatura se produjo una mañana mientras esperaba a mi hermana que ese día tardaba más de lo habitual. Saqué de la mochila y abrí el libro de lectura (sería Senda¿?) por una página cualquiera. Recuerdo que el texto que leí era sobre la lluvia. Y me maravilló la forma tan maravillosa de pasar el tiempo: viajando, en silencio. Y con lluvia.



Entonces llovía en invierno mucho más que lo ha hecho este invierno. YO iba con mi capa portuguesa, las botas y el paragüas a diario. Las nubes eran paisaje continuo. Acostumbrábamos a jugar, camino del colegio, a ver dibujitos en el cielo. Ahora un conejo, ahora una casita…un avión…



Entonces íbamos al colegio también por la tarde.



Y no teníamos inglés, pero sí manualidades, alias pretecnología.



Y no teníamos esa asignatura llamada Educación para la Ciudadanía, pero éramos ciudadanos ejemplares, y sabíamos ser correctos con nuestros semejantes y solo éramos salvajes cuando tirábamos el chicle a la calle.



Los libros recopilaciones de cuentos de los Hermanos Grimm, o de Cristian Andersen, Perrault, eran nuestros habituales.



Entonces aprendíamos a soñar, a viajar y a leer con ellos sin que existiera un ministerio que viniera a decirnos que eran libros sexistas.



Llegó el bibliobus y sus paredes forradas de libros.




Como la economía no daba para comprar todos los libros que un niño devoraba, las adquisiciones se limitaban a tebeos. Recuerdo especialmente a Carpanta y su imposibilidad para hacer con la comida. Pobre, qué hambre pasaba…




Pero como olvidar al resto de personajes de tebeos...







Las hermanas Gilda, tambén...



La biblioteca del colegio, la terminé en 8º. La aventuras del pequeño vampiro o El pasado quedó atrás, están entre mis recuerdos.



Cuando llegaron las lecturas obligatorias, eran el Barco de Vapor. El pirata garrapata, Cucho, Pim Pum fuego, Fray Perico y su borrico…



Siempre había que hacer su respectivo trabajo. Esas carátula llenas de colores y letras horripilantes que nos parecían las mejores, salvo yo, que negada que soy para la pintura, siempre tenía la sensación de que mi portada era la peor.



Y lo era.



Cuando llegábamos a casa alrededor de las 5 y poco más, nuestras madres estaban en casa y nosotros comíamos la merendilla, veíamos Barrio Sésamo, nos preguntaban por los deberes, los hacíamos, y hasta nos daba tiempo de salir a jugar.



- Estoy en casa qué hay de merendilla?



O bien era leche con colacao y galletas de surco (esto más bien en verano), o bollicao (esto cuando la abuela nos lo traía), o pan con chocolate o nocilla.



Luego llegó el acné y no volvimos a comer chocolate ya que tuvimos que sustituir a este por el magnesio.

Pero los mejores de todos eran los libros de SENDA. Con sus recopilaciones de textos de diversos autores, podían tener poemas de Lorca como párrafos de Platero y yo, etc...

Pandora y los niños




"- ¿Qué es el viento?







Quien mejor lo sabe es Pandora. Porque Pandora tiene todos los vientos encerrados en una caja. Y cuando abre la caja, siempre sale un viento de ella. Pandora los conoce a todos por sus nombres: Viento Norte, Viento Sur, Brisa, Huracán, Terral, Alisio, Ventolina… Pandora los conoce a todos"

Y ... cómo quien tuvo retuvo...



ahyssss .... !!!!!!!!!!

5 comentarios:

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Es una joya, este post.
¿Sabe usted? Yo también era un zote en manualidades, pero sobrevivía gracias a que los maestros decían que era muy original.
A mí, quien me gustaba de niño era la mujer de rojo, también conocida como La mujer explosiva, una tal Kelly LeBrock.
Yo nunca entré en un bibliobús, pero sí me enamoré de las bibliotecas.
De la primera que fui socio fue de la biblioteca de CajaMadrid, en la calle Illescas, y el primer lobro que cogí fue: Marcelino pan y vino.
Luego Juan Barranco, alcalde por aquel entonces, inauguró la biblioteca Fernando de los Ríos, de la que siempre fui un habitual, donde en el bachillerato iba con los amigos a estudiar -bueno, a fumar y a escaparnos en seguida para jugar a los futbolines-, y antes en la EGB cogía un libro tras otro, los cuentos de Dickens, por ejemplo, los de los tres investigadores, presentados por Alfred Hitchcock, los de Richmal Crompton...
Aun sigo yendo de vez en cuando, sobre todo a ver las novedades y a alquilar pelis de Carlos Saura y Jose Luís López Vázquez.

Hilvanes y Retales dijo...

Estimado Príncipe, curiosamente yo no era un zote en manualidades, pero sí en pintura. Es una cosa rara como las matemáticas, que nunca sabré si se me daban mal o se me daban mal porque las estudiaba el día anterior con ls cantinela de mi madre tu no sirves para las matemáticas y luego fui un hacha en matemáticas financieras...pero pal caso...para lo que me sirivieron las matemáticas financieras... quiero decir...

Qué cosas, te confundes de oposición y equivocas la vida entera...

Ahora tengo claro cual habría sido mi oposición perfecta...pero ya no hay tiempo... vamos que ahora no puedo encerrarse a estudiar 5 años seguidos sin ver la luz del sol...salvo como aquella persona que tengo ahora en mente...qué maravilla...

En mi pueblo solo existía la biblioteca del colegio. Por eso el bibliobus.

Luego vino Circulo de lectores, pero eso será en el próximo post...

Hay un personaje de cuento, que lo tengo en la cabeza, pero no recuerdo su nombre, era de color verde, con el pelo rizado, de ropas extrafalarias...usted lo recuerda???

Madison dijo...

Que maravilla, has retratado la época, mi época.
Hora de la merienda, mi madre planchando, mi hermana y yo merendando...
Todo lo que has escrito es tan cierto!
Un abrazo

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

¡Quizá lo sempa! ¿No veis que yo soy un príncipe encantado -encantado de conoceros-?

¿¿¿Rumpelstiltskin???
¡Hoy hago el pan, mañana haré cerveza,
al otro tendré al hijo de la joven reina.
Ja, estoy contento de que nadie sepa
que Rumpelstiltskin me llamo!.


http://loscuentosdehadas.blogspot.com/2009/09/rumpelstiltskin-hermanos-grimm.html

Hilvanes y Retales dijo...

Unos cuantos cuentos de princesas y príncipes leí, no le quepan a usted duda. Y ese de nombre imposible de escribir, también. que a mi me daba una rabia...que mala persona...

Una vez leí un estudio en una revista feminista...que las mujeres idealizan al hombre a causa de los libros de cuentos, y se pasan la vida buscando al principe azul, ese que no existe...o dicen que no existe...jejeje ... que ahí está doña Letizia y don Felipe, ambos príncipes de cuentos...jejeje...

Se me han olvidado los dibujos animados y otras cosas más...igual hago segunda parte de la EGB...