martes, 30 de marzo de 2010

De cómo íbamos cambiando...

El verano que terminé COU y comencé la Universidad ¿Qué leí? Recuerdo haber leído ese verano a Madame Bovary y cómo sufría por esa mujer encerrada en la vida que no tenía.


Me celebro y me canto a mí mismo.

Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,

porque lo que yo tengo lo tienes tú

y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.


Me hice con Hojas de Hierba, el poeta favorito de Lorca. Y terminé Diario de un Recién casado, por entonces agotado. La profesora de literatura nos llevó un libro de no recuerdo qué biblioteca, y nosotros lo fotocopiamos. Ya entonces no entendía yo la relación de J.R.J. con Zenobia. Con los diarios depués publicados, comprobé, que en realidad, no había nada que entender. No tan solo porque aquello quizás nadie lo entendiera, sino porque la relación era de ellos dos y ambos eran felices.

El Derecho me acercó a otro tipo de escritos. Las lecturas se hicieron entonces más áridas. Aún hoy día sigue recorriéndome las mismas cosquillas cuando veo un compendio de Derecho Hipotecario, pongamos por caso. O Registral, o Notarial...

El primero fue Rousseau y El contrato social. Le siguieron El Príncipe de Maquiavelo, o la Rebelión de las masas, de Ortega y Gasset.

Buscando el concepto de libertad, en una feria del libro en el Paseo de Cánovas, compré La Libertad, de Ignacio Vidal-Folch. Entonces Vidal Folch, me parecía guapísimo. Quizás fuera la contraportada del libro que estaba favorecido. No lo sé.

La generación del 27 no me abandonó. Leí a Machado casi a diario. Y a Lorca, mucho más. Curioseaba por los que me eran menos conocidos, Emilio Prados, Dámaso Alonso...y por aquello que decían que Alberti fue el responsable-causante de la muerte de Lorca (no sé donde escuche semejante cosa), no me era simpatico.

Me acerqué a Jaime Gil de Biedma gracias al programa de radio de Julia Otero. El cuarto de atrás, se llamaba el espacio dedicado a los libros´, aún me viene al recuerdo el Profesor Levy recitando a Cernuda:


Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

 

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.


El amor en los tiempos del cólera llegó unas navidades. Decía el Profesor Levy que García Marquez había confundido los nombres que El amor en ... debería haberse llamado Cien años de amor...

Circulo de Lectores seguía presente. Y como sin saber qué compraba, me hice con La reina de las nieves. En este libro fue la primera vez que leí If.-

Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila,

cuando todo a tu lado es cabeza perdida.

Si tienes en ti mismo una fe que te niegan,

y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.

 

Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera;

si engañado, no engañas, si no buscas más odio,

que el odio que te tengan...

Si eres bueno, y no finges ser mejor de lo que eres;

si al hablar no exageras lo que sabes y quieres.

 
Si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo;

si piensas y rechazas lo que piensas en vano.


Si tropiezas al Triunfo, si llega tu Derrota,

y a los dos impostores les tratas de igual forma.

Si logras que se sepa la Verdad que has hablado,

a pesar del sofisma del Orbe encanallado.

 
Si vuelves al comienzo de la obra perdida,

aunque esta obra sea la de toda tu vida.

 

Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría

tus ganancias de siempre a la suerte de un día;

y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea,

sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.

 
Si logras que tus nervios y el corazón te asistan,

aun después de su fuga de tu cuerpo en fatiga,

y se agarren contigo cuando no quede nada

porque tú lo deseas y lo quieres y mandas.



Si hablas con el pueblo, y guardas tu virtud.

Si marchas junto a Reyes con tu paso y tu luz.

Si nadie que te hiera, llega a hacerte la herida.

Si todos te reclaman y ni uno te precisa.



Si llenas el minuto inolvidable y cierto,

de sesenta segundos que te lleven al cielo...



Todo lo de esta tierra será de tu dominio,

y mucho más aún: serás Hombre, hijo mío.
 
 
Poco después, este mismo poema me lo regalaba una compañera de clase.
 
Entonces había una librería en los portales de la plaza que exponía los libros fuera de la tienda. Podías verlos, curiosiar, hojear, tocar...antes de comprar. O no comprar nada. Simplemente estar allí. Nadie te preguntaba.
 
También existía La Minerva, donde nos abastecían a los universitarios de manuales.
 
Ahora no existen ninguna de las dos librerías. Y la plaza con su torre de la Hierba y el Foro de los Balbos que sigue siendo la misma, ahora es diferente.
 
Decía que mi primera lectura de Carmen Martín Gaite fue La reina de las nieves. Fantástico. Aquel libro tenía magia. Estaba lleno de ese reino de los sueños.
 
"¿Quién no ha ido alguna vez por la calle y ha notado que una partícula le entraba en el ojo, y ha creído por un instante ver la realidad de forma distinta? A partir de esta experiencia común, Hans Christian Andersen escribió un bellísimo relato, La reina de las nieves. En él, la partícula procedía de un espejo roto, el espejo de los diablos, y aquel a quien se le metía en el ojo veía transfigurada su existencia y terminaba siendo arrastrado hacia un castillo de indiferencia y hielo. Carmen Martín Gaite ha sabido reconocer el carácter mítico, universal y, al mismo tiempo, contemporáneo del cuento y ha trabajado durante años (de 1979 a 1985) para escribir esta magnífica novela que la autora ha ambientado en el Madrid de los años setenta y en la que narra la historia de un joven que por varios azares del destino ha perdido el timón de su vida y la historia del esfuerzo que harán tanto él como los personajes inolvidables que le rodean para vencer el imperio de la nieve, el frío mortal de la desmemoria." Revista el País Semanal N° 171 el 29 de mayo de 1994
 
Pero yo desconocía el poder curativo de Carmiña...Dos cuentos maravillosos, Ritmo Lento, Entre visillos, El Balneario, Irse de casa, Nubosidad variable, Caperucita en Manhattan, El cuento de nunca acabar, Cuaderno de Todo, Cuaderno de New Yor, Tiando del hilo... Cuando leí la reina de las nieves, no sabía que Carmina era un Hada Madrina y con su pluma nos tocaba a los lectores a modo de varita mágica...




Capital del dolor fue mi primer acercamiento a Umbral. Y Delibes continuaba presente a través de Señora de rojo sobre fondo gris y La guerra de nuestros antepasados.

Eduardo Mendoza y El misterio de la Cripta embrujada.

El Principito.

Neruda y sus sonetos de madera inspiraban ... cuando en febrero, las mimosas y los almendros florecian...

Curiosamente, a esta época pertenecen los primeros libros adquiridos y no leídos. Recuerdo uno de Rilke. Mea culpa. Magrinyá... no recuerdo bien el apellido, de nombre Luis. 

De Josefina Aldecoa leí Mujeres de Negro. 

Y de Landero Caballeros de fortuna. Cuánto me gusto este Luis...recuerdo la comodidad por la que se paseaba uno por sus páginas...

Desaparecido J.M. no tenía con quien intercambiar libros. Ideas sí. De lunes a viernes, a las 8 menos diez, veíamos amanecer F. y yo mientras hablábamos de política, de historia, de filosofía, de literatura... de la vida, del presente, del pasado y del futuro...

Pero no recuerdo que leí en el verano que terminé la facultad... Cinco cuartos de naranja???? Sí recuerdo que los Pet Shop Boys seguían sonando, pero que por entonces además de terminar con mi adicción a los dulces me hice fan de Camilo Sesto ... y es que vivir así es morir por amor .... a la literatura....



Por cierto, al igual que la de Literaturitis Crónica tuvo un profesor que ha sido Ministro, mi promoción también. Una cartera novedosa acorde con los tiempos (no es la de Aido) ... y hasta puedo leer...también tuvimos excelsos profesores que a posteriori han ocupado cargos de relevancia sociojurídica.

4 comentarios:

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Pero esto de usted sí que tiene mérito, porque el ejercicio de la lectura lo buscó o intuitivamente o compartiéndolo con amigos, sin seguir un programa determinado por un profesor. Y con muy buen gusto, este bagaje de lecturas.
El poema "If", de Rudyard Kipling, lo tenía mi padre en su escritorio, en una postal. De este señor, conocido ante todo por "El libro de la selva", leí de niño "Capitanes intrépidos", un buen libro. Fue el primero que compré en la feria del libro y de ocasión, una tarde que me llevó mi padre, y me costó: cincuenta pesetas! Y nuevecito.
Walt Whitman también es uno de mis poetas extranjeros preferidos, junto con Kavafis y Rilke, y Holderlin, claro...
De las novelas de Carmiña, la que más me gustó -y he leído no pocas- fue La Reina de las Nieves, además, entre sus páginas se hace mención a Caspar David Friedrich, en un párrafo sobre el vértigo. Friedrich, ese pintor cuya pintura me produce tantas sensaciones inefables.
El post que hice, el último, trataba tan sólo de los libros que mandaron leer los profesores en sus programas, pero luego por mi voluntad leí otros, como Rayuela, o El amor en los tiempos del cólera, Travesía de Madrid, ¡que cuatro años de universidad dan para mucho! Luego podría hablar, como de época aparte, los libros leídos en los años oscuros, aquellos en que estuve trabajando en las cocinas de Pedro Botero, con sueldos irrisorios y horarios abusivos. Esos libros queridos, ¡cómo me ayudaron a sobrevivir, a reconciliarme con el mundo! Fueron los que me salvaron del suicidio cotidiano.

Príncipe de ArroyoLuche dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Manicomio dijo...

Nos también somos fans de Camilo Sesto, tanto que nuestro señor el Príncipe de ArroyoLeches, alias Mequetrefe, lleva entre otros el sobrenombre de Camilín.

Hilvanes y Retales dijo...

Intuitivamente y en la mayor parte de las ocasiones a escondidas, con los libros ocultos entre los manuales para evitar regañina por aquello de no robar horas al estudio...

De Carmina me gusta especialmente sus libros de ensayo o de artículos, donde se conoce su pasión por la letra, por la escritura y se conoce a la mujer que era siempre poseíada por una extraordinaria ilusión que la rescataba a la vida...

Su Visión de New Yok, extraordinaria...