El pasado día 25, tras varias llamadas telefónicas, logro lo que creía imposible: concertar un desayuno con Muñoz Molina. Al colgar el teléfono pensaba que qué extraordinaria forma de quitarme la espina clavada con Sánchez Adalid, quien declinó una invitación para cenar conmigo.
Un desayuno pinta mejor. No hay comparación. Si te dan plantón, siempre puedes hacer otros planes, le quedan suficientes horas al día...
- Buenos días, maestro. Cuánto gusto.
- Buenos días ... el gusto es nuestro. Elvira, aquí una admiradora...
- De su santo, Elvira, porque de usted aún no he leído nada. Bueno sí, sus artículos en El País. ¿Eso cuenta? ...
- (...)
- Maestro, noto cierta premura en Los misterios de Madrid. Un libro de encargo. Eso también le pasaba mucho a Jardiel Poncela, que cuando eran de encargo se notaban las prisas por terminar ... y cobrar...
- No se confunda usted. Acababa de terminar el Jinete Polaco. ¿lo ha leído?. Estaba agotado. El País me ofreció esta alternativa, escribir al estilo de los antiguos folletines.
- Yo, maestro, sinceramente, no quería decir que fuera una otra menor. Qué duda cabe. " Me fascina el jazz - dijo-. Me fascina absolutamente. ¿A usted no? Me gustan sus ambientes oscuros y cargados de humo. ¿Sabe lo que más me gustaría en la vida? ser negra, negra como Billie y como Ella. Cantar borracha en un club a las cino de la madrugada ... ". Invierno en Lisboa se convertía en un fantástico homenage al jazz. Y aquí, en los Misterios de Madrid, volvemos a intuir su pasión por el jazz...pero también por un personaje, en este caso Lorencito Quesada, que parece repetirse en sus novelas. Un ser desvalido que a base de puñaladas traperas se endereza, pero no del todo, porque sigue recibiendo sablazos...
- Lo que hay que destacar es que el franquismo de Lorenzito Quesada en una gran
parte se desmorona. El Lorenzito del final de la novela es diferente al del comienzo. Lorencito tendrá sus catetadas, pero no es el palurdo de siempre. También tiene sus quijotadas – como buen Quesada – y no por eso es el caballero de la Triste Figura (aunque esto sí quisiera serlo). No: Lorencito es, simplemente, un ingenuo, un fantástico intoxicado por las novelas de aventuras y por la retórica de las revistas ilustradas: un soñador, en resumen, como casi todos los personajes de AMM. Por eso ve precisamente las cosas igual que ellos, y , por eso, ése su Madrid, sus cielos lívidos, sus torvos delincuentes, el claroscuro de sus cabarés, sus increíbles sirenas son los mismos que los de Beltenebros.
- Mágina es a usted lo que Macondo a García Marquez...
- En Mágina llueve menos. El cambio clímático.
- Leo unos versos en los Misterios de Madrid, que estos días más que nunca, los hago mío: "Cada uno va a lo suyo, ya no existe humanidad..."
- Café con leche. Tostadas con aceite de oliva...
... y así como Lorencito Quesada, quien "logró soltarse maravillándose de las facultades que el riesgo de perder la vida despierta en un hombre", Muñoz Molina se deshizo de mi presencia ... tan absorta estaba buscando citas en el libro edición de bolsillo que no nunca sabré qué desayuno Elvira ni a qué sabía el café del HOtel Excelsior. El camarero olvidó traer mi pedido.
Habrasevisto...
Agradecimientos: a Manuel MOlina Gonzalez, cuyo artículo me ha ayudado en la confección de la presente...
4 comentarios:
Fantástico.
Acaba de practicar usted algo cercano a la autoficción, de manera creíble, a la manera que hacía Paco Umbral en su Trilogía de Madrid, que celebraba entrevistas con literatos de cualquier traje -grises barojas, barbilargos valleinclanes... -.
Cuando el tal Sánchez Adalid rechazó una cena con usted lo que rechazaba era la inmortalidad en el Parnaso.
Al menos Muñoz Molina hizo la mili leyendo el Quijote y lo narró con gracejo andaluz en Ardor Guerrero.
Me sube usted la moral ... jejeje...era por hacer algo distinto...quién sabe qué rechazaba al rechazar el rechazante...y ahora usted preguntara ¿pero esta parte es realidad o ficción? jajajaja ...
Fantástico. Me uno al comentario de Principe de Arroyoluche.
Y anoto Los misterios de Madrid como posible futura lectura.
Fantástico es Muñoz Molina ... jejeje
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