miércoles, 30 de abril de 2008

... abstracciones en letra mayúscula.

"Cuentan que cierta mañana de otoño iba don Miguel de Unamuno paseando con Amado Nervo y acertaron a pasar a orillas de un estanque.

_¡Qué plantas tan bonitas, don Miguel, ésas que flotan sobre el agua! ¿Cómo se llamarán?- preguntó el poeta, deteniéndose a mirarlas, con los ojos asombrados de quien las estuviera viendo por primera vez.

_¡Nenúfares! - le contestó inmeditamente Unamuno-. Eso que saca usted siempre en sus poemas.


(...) La mayor parte de los "intelectuales" plagan sus discursos de nenúfares. En nenúfares se convierten, pongo por ejemplo, la libertad, la condición de la mujer o la justicia social para quien al mismo tiempo que elabora peroratas más o menos brillantes sobre dichos asuntos, no se entera de que está tiranizando a los demás, es incapaz de hacer un esfuerzo para hacerle la vida agradable a la mujer concreta que tiene a su lado o no ve en la miseria y necesidad de los seres con cara y ojos de su más próximo entorno sino una inoportuna interrupción que obstaculiza su carrera magistral de dentor del género humano. Nenúfares son todas las abstracciones en letra mayúscula que tanto impresionan lanzadas desde el Parlamento, la cátedra, la televisión, o la letra impresa, pero que a nadie le cuentan nada que pueda traer al recuerdo para sentirse confortado en el callejó sin salida de sus noches de insomnio, nenúfares los pretextos en nombre de los cuales se emprende una guerra para redimir a una humanidad cuyos miembros no se vacila en dejar sanguientamente diezmados; nenúfares la paz, la dignidad, la comunicación y el amor; nenúfares muertos, sapos disecados sobre el manto de tan solemnes predicadores".

El cuento de nunca acabar.
Carmen Martín Gaite.

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