“La supervivencia de esta vida con independencia de la autoconservación, o sea, la supervivencia de uno mismo que se prolonga y multiplica en los descendientes, que es el deber podría decirse trascendental, aunque también altamente práctico, del ser humano en la vida, para no sentirse mutilado ni superfluo ni, en definitiva, impotente; y que tampoco pensaba en la perspectiva amenazante de una vejez carente de apoyo, sino que temía otra cosa: “el anquilosamiento afectivo”.... no hay que temer el anquilosamiento afectivo, sino aceptarlo y tal vez incluso saludarlo como una mano extendida en gesto auxiliador que nos ayuda camino de la fosa, bien es cierto, pero nos ayuda; ya que este mundo no se dirige contra nosotros, y aunque tenga sus riesgos, hemos de intentar amarlos ...”
Me acerqué a las páginas de Kaddish por el hijo no nacido llamada por la curiosidad de qué sentía alguien que hacía un rezo al hijo no nacido. En cierta ocasión, una compañera de estudios, afirmó que ella quería tener, al menos, un hijo, porque sino, cuando muriera, no dejaría nada en la tierra. Puede ser esta opinión una manifestación de egoísmo? Tan importantes nos creemos que sentimos la necesidad de dejar descendencia?.
Abría anoche de nuevo este pequeño gran rezo sin saber qué buscaba cuando me encontré con esta frase subrayada en rosa: “Mientras observamos con rigor y en silencio la circulación de nuestra sangre y nuestros sueños terribles, queremos vivir siempre y de manera indoblegable, queremos vivir aunque sea sin energía, sin ganas, enfermos, sí, incluso cuando somos incapaces de hacerlo y cuando resulta del todo imposible vivir”.
Extraña y necesaria en el hombre esta Querencia a querer vivir a pesar de todo; y mientras el tiempo avanza impasible, Él no tiene miedo ni termor a nada ni a nadie.
Vivir y esa prolongación del presente al futuro que posiblemente las personas depositan en los hijos y todas esas cosas que se dejan por el camino, como ese amor imposible del autor de Kaddish hacia su exmujer, como ese holocausto que sufrió y vivió en primera persona. El presente de Europa que pasa por un pasado doloroso y se prolonga en un futuro que sus ciudadanos deben saber tejer.
Ese rezo que es el rezo de miles de personas.
O el dolor de no haber nacido. O simplemente el dolor del hombre que es hombre ...
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